Hay veces que es mejor no enseñar las imágenes, pues así fomentamos la imaginación del niño. En ocasiones, para hacer la narración de un cuento más especial nos podemos servir de objetos relacionados con la historia (un pequeño cofre, una estatuilla, un saquito…).
No es necesario que el niño conozca todas las palabras del cuento, por lo tanto si nos encontramos con una palabra difícil no tenemos porque cambiarla. Si nos preguntan (o al terminar el cuento) les explicamos qué significa, de esta manera enriquecemos su vocabulario.
Podemos hacer participar a los niños en la historia. Muchos cuentos, pero sobre todo los tradicionales, tienen ciertas frases que se repiten a lo largo de la historia podemos hacer que la digan ellos cada vez que sale, e incluso, a veces, podemos pedirle que hagan alguna acción cuando salga una palabra o frase que se repite mucho como levantar los brazos, o mostrar una imagen que les dimos.
Momento del cuento
En mi opinión creo que es mejor no establecer una hora durante la jornada para leer un cuento, ya que se perdería la magia del mismo, y cabria el peligro de que se cayera en la rutina (se lee el cuento porque toca). Es un momento mágico y creo que también es un derecho que hay que ganarse. Es un poco una paradoja, pero si ven los libros como un premio, no como un rollo que toca leer, su apreciación por la lectura será mayor. Podemos aprovechar para leer el cuento después de haber estado haciendo una ficha u otra actividad que resulte menos divertida…los niños pueden descansar en el placer de la escucha de una bonita lectura. Por todas estas razones la profesora elegirá cada día cual es el momento adecuado para contarlo.
Entradas relacionadas
- Cuentos para enseñar inglés
- Cuentos audioviduales para enseñar inglés
- Cuentos para ayudar a los niños.
- El cuento como recurso didáctico
